sábado, abril 29

Arenilla en los berberechos


Soy la piedra dentro del zapato.
Soy el resto de entrecot entre los dientes.
Soy la llaga en la encía.
Soy el hueso de aceituna atragantado.
Soy la mancha delatora en los calzoncillos.
Soy el herpes en el labio.
Soy el despertador que no deja de sonar.
Soy la copa de más en la noche decisiva.
Soy el grano en la punta de la nariz.
Soy el insulto que nunca debería haber sido pronunciado.
Soy la espina clavada en el costado.
Soy el taxi ocupado en un día de lluvia intensa.
Soy el golpe en el hueso de la música.
Soy la llamada en espera.
Soy la roña bajo las uñas.
Soy la astilla en la carne.
Soy el abrefácil imposible de abrir.
Soy la leche derramada.
Soy el trueno en la tormenta.
Soy el mensaje de error en la pantalla del ordenador.
Soy el sudor en la pesadilla.
Soy la piedra en el riñón.
Soy la rasgadura en el sillín de la moto.
Soy el borrón en la carta.

Porque tiene que haber algo o alguien que recuerde al resto del mundo lo bonito que sería que las cosas no fuesen así.

jueves, abril 27

El viaje (o conversaciones con la señora Dorita)

Después de validar el billete tuve que bajar las escaleras de tres en tres porque vi por el monitor de la estación que mi tren salía en ese mismo minuto. Quise bajar el último tramo de escalera de un salto, pensándome que era spiderman, iluso de mi, con tal mala fortuna que, al apoyar la pierna izquierda, esta falló y fui dando bandazos de un lado a otro en un vano intento de aguantar el equilibrio y no caerme (como si estuviera danzando algún ritual africano o de las antípodas), pero, para rematar el trompazo anunciado, se me metió el pie derecho en el espacio que hay entre la especie de estribo del ferrocarril y el andén, con lo cual, mi entrada al vagón fue un magnífico planchazo. Durante la caída deseaba que la puerta de enfrente se abriese y yo pudiese pasar de largo y caer en la vía, lejos de los viajeros, espectadores de lujo del número circense que protagonizaba, pero el deseo se fue tan rápido como mi cara se estampó en el suelo. No sé el tiempo que pasó entre mi batacazo y la primera persona que vino a auxiliarme. No quería levantarme del suelo de la vergüenza que estaba pasando. Finalmente, con la mejor dignidad que se pueda sacar en una situación así, logré sentarme en el asiento libre que quedaba a la izquierda de la puerta, sin tan siquiera atreverme mirar al resto de pasajeros. Me tranquilizó ver enfrascadas en una animada conversación a las dos mujeres que tenía delante, ausentes al numerito que acaba de protagonizar. Yo, como si se tratara de una de esas fotos tan cursis que ponen en los marcos que venden en las tiendas del “Todo a cien” o centros comerciales, apoyé el codo en la moldura de la ventana, mi cara en la palma de la mano, mi cabeza en el cristal y perdí mi mirada en la oscuridad del túnel. Diría que muy bucólico, pero lo que veía en el reflejo era mi cara de pánfilo, lo cual restaba cualquier atisbo de poesía a la escena. Como si fuera un paparazzi de las palabras, me puse a captar la conversación de tan singulares señoras que, muy puestas en las últimas tendencias de la moda, vestían a lo ‘sport chic’. Las vi de reojo, pero la combinación de sus elásticas prendas y sus orondas formas daban como resultado un maravilloso y pintoresco sport-à-porter. Sin duda, venían de su diaria sesión de pilates, y la señora Dorita le decía a su partenaire:

Conchita, en “¡Qué chévere! ¡Estar contigo dentro de un neumático!” están a punto de cazar al violador del barrio, ha vuelto la coral gracias a Miranda, que salió con Adalberto, un perla con mucho morro, y tuvieron al Nelson, vividor sin oficio ni beneficio y que ahora lleva el bar “Ay Ay Ay”. El Marquitos y la, y la, y la... la Maru, la Maru... se casan... aunque él no está enamorado de ella... tachan, tachan... Carlos Javier, el joven emprendedor del barrio, el hijo de Rubí, la peluquera, está a punto de arruinar sus negocios, el restaurante y la asesoría de su novia, que es licenciada en Comercio Internacional, y que es hija de Fernanda, la de la pensión, que fue violada y ahora lo está superando, que incluso se tomó un café en el mismo bar en el que estaba el supuesto violador, el “Caracas”, novio de Rubí. Fue en el bar del “Rubio”, que está muy contento porque ha superado una crisis con su mujer, que no sé su nombre ahora, pero es la Mirna Galves, la que salió en “Arrozales y Cocoteros”, y luego le hicieron una serie para ella sola, “Lupita. Mi vida.”, consecuencia de “Arrozales y Cocoteros”, que acabó muy mal porque el Toñito, su marido en “Arrozales y Cocoteros”, la machacaba, y empezó una nueva vida en San Antonio (no estoy segura que fuera allí, pero bueno), por eso la serie Lupita. Tiago, el carnicero de la plaza, y que sale con la señora Guadalupe, que tiene un ultramarinos en la misma plaza y una hermana que es una cotilla y ahora se está aficionando al bingo rodeada de orientales y que necesita compañía, viuda ella la pobre... pues el Tiago decía, tiene un hijo transexual, una niña en un cuerpo equivocado... bueno, se acaba de operar, se ha hecho el cambio de sexo, después de ilusionarse con Wilson (tampoco se llama Wilson, pero es un nombre parecido) le pegó una ostia en el bar del “Rubio”, delante de su padre, el Tiago, y este no dijo nada porque la había borrado de su vida, a Amanecer, su hija, hijo... recapacitó y un hijo es un hijo, y han hecho las paces, y quizás acabe pasando el postoperatorio en su casa. María, la doctora, hermana de Cristal, que es la jefa de Pedro, el violador y hermano del “Caracas”, que es el carpintero del barrio, el Pedro, está liada, la María, con el marido de su jefa del ambulatorio, una doctora loca que se ha dado cuenta de que le ponen los cuernos y está matando a su marido poco a poco y ha hecho que echen a la María del ambulatorio. Triste, la María, se quiere ir a Lima a ver a su hija, que no es su hija, que es hija de la Cristal, pero como era una “yonqui” de joven, la pillaron en Brasil con droga y se pasó 13 años en la trena, y la María le hizo de madre, fuerte, que fuerte, Caterina, la hija, ahora tiene a dos madres, porque hicieron las paces, y más cosas... Total que al final se iba a ir con el tipo este, que es concertista, pero como está jodido por el veneno de su mujer no llega al aeropuerto y la María se va a Lima triste porque se piensa que es un cobarde. Es un cobarde, pero que ahora está moribundo, por eso no ha podido ir a coger el avión...

Hay más, pero ya os lo explicaré en otro momento... ha llegado mi estación.

(*) Debido a las prisas a la hora de publicar este post, olvidé poner esta nota al pie del escrito. Pido disculpas por ello. Lo que quería comentar era que lo que le explica la señora Dorita a la señora Conchita está basado en un serial de la televisión catalana, titulado 'El cor de la ciutat' (el corazón de la ciudad), tal y como apunta Kimo en uno de los comentarios.


Fin del desamor

Hola peces. Escribo este post de parte de Betty que, debido a problemas de conexión, no puede publicar.

Simplemente es para deciros que el tema del desamor ya se ha acabado y que empieza otra tanda de posts, pero con diferentes temas. Estos diferentes temas saldrán de la siguiente manera: una persona escribe un post sobre algo, y esta misma persona le propone un tema al que le va a seguir. Esta propuesta se va a hacer mediante Betty, es decir, la persona 1 le dirá el tema que propone para la persona 2 a Betty, y Betty se lo comunicará a la persona 2. La persona 2 le sugiere un tema a la persona 3 mediante Betty, que es quien sabe quién es la persona 3. Y así sucesivamente. Espero haberme explicado. Y si no, pedidle cuentas a la reina...

Pues eso, ahora toca mucho amor y humor!!

Besos y abrazos!

H.




Powered by Castpost

martes, abril 25

Deshago cada sonrisa gastada en mis labios. Desmiento cada roce de tu piel, cada línea de tu cuerpo surcada por mis manos. Desdibujo cada palabra, cada frase que me hiere con el retorno de tus besos. Deslizo la esencia de tu abrazo por barrancos de lágrimas añorándola en cada paso del olvido por mi cara. Desafino los acordes de tu risa en mis entrañas. Descuento las horas a tu lado como segundos malgastados, con un odio impropio, inservible... protector. Desciendo al infierno y trepo por tus sábanas para pintarte con ojos indiferentes. Desafío a la dulzura. Despojo a la eternidad de su máscara desafiante. Descoso mi corazón, para que sangre y te ahogues en tus propias huellas. Deshielo caricias demasiado recientes y por eso ya frías, inertes.

Desengaño. Desgarro. Descuido. Desespero. Descubro...Y caigo. Porque no existen prefijos de negación para palabras como soñar, añorar y querer. Porque todos los des- siguen siendo vulnerables ante un suspiro tuyo. Porque inútilmente construyo un desamor con pilares de odio. Y al cerrar el diccionario descubro que odiándote me protejo, pero caigo. Y “des-amo”, rompiéndome por dentro.

sábado, abril 22

Así como hay muchos tipos de amor (de pareja, familiar, de amistad…) hay, luego, tantos otros de desamor. ¿Será, pues, una relación reciproca? Lo ignoro con todo éxito.

Lo cierto es que en la multiplicidad de formas y caminos que adopta el amor, el desamor viene siendo un punto final. Un camino en cuya dirección se hace tan difícil seguir que termina siendo un callejón sin salida. Se me dirá que siempre se puede desandar lo andado, pero, diré yo, no se puede volver el tiempo atrás ni deshacer lo hecho.

Creo, de todas formas, en la magia y en las puertas secretas, y creo además que el que busca casi siempre encuentra, y que (casi) no existen condicionantes a los resultados que uno busca/consigue más que la voluntad misma de cada uno.
Que el amor se siente, ¡¡pero que también se construye!!

Pues eso, el amor también se construye…
Y así, como es susceptible de construcción, también lo es de destrucción, a fuerza de martillazos que otrora fueron edificantes de una estructura con apariencia de eternamente sólida, de inoxidables cerramientos, de impermeables techos, de inviolables puertas.
Por que, claro, el amor no deja de ser una casa que cobija a una relación, la resguarda de los fríos y grises inviernos de la monotonía, o la refresca de calores que fustigan sin cesar. Pues el desamor son esas goteras que solo se sienten cuando hay lluvia, esas puertas que chillan o traban mal, es una ventana rota en la casa, que permite entrar cualquier helado viento en tu habitación. La casa queda así, por desidia, falta de cuidado, simple omisión de detalles, o peor, por deliberado boicot.
Desamor es no cuidar la casa donde vivís
.

Fui víctima y victimario de varios desamores… en ocasiones, un mero espectador.
Quisiera escribir más y contar algunas cosas, tantas preguntas sin respuestas, tanta ignorancia sin preguntas. Pero prefiero, hoy, escribir menos de lo que ignoro, y limitarme a lo poco que, más o menos, entiendo.

miércoles, abril 19

la casa

El taxi lo dejó en la puerta número seis de la calle de los Olivares. Con porte seguro, como si protagonizara un serial americano rodado en California, con una generosa propina y una amplia sonrisa, se despidió del chofer. Antes de abrir la puerta que da acceso al jardín, hizo una rápida mirada a la fachada que tenía delante y se peinó con una mano. Le habían llamado desde la agencia. Habían conseguido que alguien se interesara por la casa y deseaba acabar cuanto antes, venderla y olvidarse para siempre, aunque sabía que eso no iba a ser tan fácil. Sabía que era imposible. Sin dilación, entró veloz, decidido. Sin querer entretenerse más de lo necesario en el repaso de la casa, fue pasando por cada una de las piezas repasándolas superficialmente, sin detenerse apenas en cada una de ellas. Primero las de la planta baja y después las de la primera. Mientras subía al piso de arriba empezó a notar que el corazón se le aceleraba. Revisó muy someramente el baño y el cuarto que hacía de estudio, pero al llegar al dormitorio de matrimonio se detuvo. No quería verlo, no quería entrar. Toda la seguridad que mostró desde que se había levantado esa mañana se le vino abajo y, en contra de su voluntad, entró. No miró, se fue directamente a la cristalera de enfrente. El viento hacía silbar las juntas de las ventanas, desde donde veía como levantaba las hojas de los plátanos, que iban a parar a la piscina vacía del jardín. El césped seco que la rodeaba le hizo recordar la primera vez que se tumbó desnudo y mojado después de bañarse con Sara. Ella seguía en el agua, con su larga melena negra tirada hacia atrás. Él observaba la gracia de sus movimientos y se le erizaban los pelos del amor que sentía por ella.

"Estarás mejor sin mi. No soy la persona que más te conviene en estos momentos."

Ese gastado pretexto, aun el tiempo que había pasado, le encendía la sangre. Y sin embargo la seguía queriendo. Apenado, se alejó de la ventana roída por las termitas y se detuvo en la parte de la pared donde había estado colgada una foto en la que aparecían los dos sonrientes. La foto la había hecho Luisa, la amiga común que los presentó. Arrancó un trozo de pintura de la desconchada pared e, impotente, pensaba como ese vacío dormitorio, y la totalidad de la casa medio en ruinas, se había convertido en la triste metáfora de su vida. Su vida sin Sara.

Se dirigió hacia las escaleras que conducían a la cocina, en el piso de abajo. Ausente, iba avanzando sin poder aguantar un llanto amargo que le provocó el recuerdo de la fotografía. Volvió a ver a Sara sentada en la gran mesa de la cocina mientras él preparaba el sofrito de la pasta que iban a cenar la primera noche que se quedaron solos en la casa. Ella no debía estar allí. Tenía que estar arriba, en la habitación, tal como habían acordado, leyendo o durmiendo mientras él hacía la cena, y sería él quien la avisaría cuando estuviese lista. Lo tenía todo pensado y Sara se lo estaba desbaratando. Ella no debía estar allí. Incluso él había llevado su ropa al lavabo de abajo sin que ella lo supiera. Quería llenar el suelo de la casa de velas, desde la puerta de la habitación hasta la mesa del comedor. Había comprado cien y las quería encender todas. Y ahora ella estaba en la cocina y él hecho un manojo de nervios, que gracias a cocinar la pasta los podía disimular. Finalmente, al dejar el sofrito hacerse a fuego lento, logró convencerla para que subiera a ducharse y a prepararse para la cena. El mejor recuerdo que tiene de esa noche es la cara de emoción que puso Sara al salir del dormitorio y ver toda la casa iluminada por la luz de las velas. Y ahora, al pasar junto a ella mientras cruzaba la pieza apesadumbradamente, la mesa de la cocina sólo le ofrecía un dedo de polvo.

Antes de salir observó las bisagras rotas y oxidadas del armario que tantas veces había abierto para coger el cacao instantáneo, y que no permitían que cerrase bien. Las lágrimas acudieron nuevamente a sus ojos y, quieto, apoyado en el quicio de la puerta, lloró desconsolado.

"Estarás mejor sin mi. No soy la persona que más te conviene en estos momentos."

En esa misma posición escuchó hace dos años esas malditas palabras, pero aquella vez no lloró. Ni siquiera podía pensar, aunque sí notó que le fallaban las piernas, y ayudándose de la espalda, se deslizó por el marco y se sentó en el suelo con la rodillas a la altura del pecho incapaz de emitir ni una sola palabra. La oyó irse, dejando la puerta de la entrada abierta.

Desde entonces no había vuelto a la casa. Ni siquiera tuvo el valor de recoger sus propias cosas. Otros lo hicieron por él.

Habían pasado casi dos años y la degradación de la casa había sido proporcional a la falta de ilusión que sentía por las cosas. Iba a ser la casa que compartiría con Sara, donde tantas veces soñó que allí formarían una familia, donde un gran perro lo recibiría cada vez que llegara de trabajar. De donde saldrían cada mañana, Sara y él, para llevar a sus hijos a la escuela. Donde recibiría a sus amigos los sábados por la noche para invitarlos a cenar alguno de sus platos que tanto le gustaba cocinar, como los muslos de pato con calabacín y puré de castaña, o los domingos por la tarde, para hacer el café y después ver el partido, mientras las mujeres hacían su partidita de cartas y los niños jugaban en el jardín o en el piso de arriba, donde se instalarían sus padres cuando vinieran a verlos y recordarían las trastadas que hacía de pequeño en esa misma casa. Donde sus hijos iban a traer a sus amigos para hacer sus fiestas aprovechando las ausencias de sus padres, y a sus novios o novias, y quién sabe si para prepararles una cena a la luz de las velas… la casa donde moriría, donde, de hecho, había muerto hacía casi dos años. Un sabor ácido que le subió a la boca lo sacudió de su ensimismamiento, y una leve sensación de mareo le obligó a salir fuera de la casa, a respirar aire limpio.

Caminó por el jardín y al pie de la piscina telefoneó a un taxi para que lo viniera a recoger. Se paró delante, lo miró un buen rato, y arrancó el cartel de “SE VENDE” clavado en la hierba. Lo arrojó allí mismo boca abajo. Se sentó en el escalón de la puerta de acceso al jardín, encendió un cigarrillo y, mientras esperaba el coche que lo llevaría de vuelta a la ciudad, observó, al fondo de la calle y en la otra acera, como un hombre recogía su correo antes de entrar a su casa. Un instante después vio como el mismo hombre se dirigía furioso al cubo de la basura de la calle, levantaba la tapa con rabia y lanzaba dentro unos papeles rotos. El viento ayudó a que algunos de aquellos papeles salieran volando y recorrieran la acera en dirección hacia él. Cogió uno al vuelo distraídamente y pudo leer, escrito a mano y de forma fragmentada:

sin mi. No soy la persona que más te conviene en est

lunes, abril 17

¿Quién ha cambiado? ¿Tú o yo?
¿En qué momento dejamos de sentir?

Te miro, te observo y no noto nada… te quiero… ¿Te quiero? Qué difícil resulta contestar a esa pregunta… y a la vez es tan fácil… La última palabra, la última sonrisa, el último roce, el último baile… de repente… todo acaba…

Llega el fin… y mientras me preguntas porqué sólo puedo decirte que… ya no hueles… un día deje de distinguir tu perfume del de los demás… no olías a pasión, ni a ternura, ni a dulzura… simplemente nada…

Sin saber cómo ni cuándo un día dejaste de oler… tu huella dejó de llenarlo todo… se mezclaba con el resto… tú dejaste de oler y yo ya no olía a ti…

Ya no hueles… ya no sabes… ya no eres mío…

sábado, abril 15

El desamor es una niña pequeña perdida en un bosque oscuro, dando palos de ciego. Tropezándose con árboles de sentimientos y cayéndose hacia atrás estrepitosamente en clave de amor, q no es de sol.

El camino que conduce a no se sabe que, está plagado de pequeñas chinas q nos hacen poner la cara amarilla cada vez q las pisamos y sentimos un dolor inmenso q nos hace pensar q la senda se va a acabar por falta de manos para retirar esas piedras, y q nunca pasará de nuevo (el seguir andando).

Lo bueno del camino, es q o sigues o sigues y eso es algo q sale de las tripas como un alien y q hace q la necesidad de seguir andando reaparezca en cualquier momento. Las personas siguen ahí, los sentimientos van cambiando, gracias a dios. Manual de supervivencia de los jóvenes castores….

La vida es un cúmulo de piedras en el camino y la existencia una vuelta perpetua a recoger las chinas de los sentimientos, q molestan en los zapatos, pero que son tan gratificantes cuando se vuelve a empezar, q hacen q sigamos creyendo en el amor eterno…

Un beso y feliz vuelta a casa a tod@s

jueves, abril 13

¿No te acuerdas? Ya te lo dije. Los ángeles de la noche siempre volamos solos. No es cuestión de querer o no querer. Las cosas son así.
Sentado, recogiendo sus rodillas, abrazándolas fuertemente y hundiendo su cabeza en ellas, lloraba. No importaba nada más que el vacío que sentía, la herida sangrante y aquel dolor insoportable. Tan sólo eso. ¿Cómo había podido volver a caer cuando se dijo a sí mismo que nunca más? Él había profanado las palabras que reservaba para aquél que debía acompañarlo en su viaje como algo más que un mero amigo, le había ilusionado. Y todo para nada. Para acabar llorando.
"Mi ángel de la noche", le había susurrado. Cuando sabía perfectamente que soñaba con que su pareja lo llamara así, no alguien que sólo quería ser su amigo.
"Mi ángel de la noche."
¿Por qué a algunos les es vedado llegar a alcanzar su mayor anhelo? El problema debía ser él. Mucho amor que dar pero se le prohibía que le correspondieran.
Y es que los ángeles de la noche están destinados a volar solo. Pese o no pese.

martes, abril 11

Hubo días en que mi voz era, para ti, dorada. En que mis llamadas eran una fuente plateada y mis masajes un abanico de palomas sobre tu piel. Sobraban los amaneceres en que mi imagen funcionaba mejor que tu despertador para saludarte por el nuevo día. La temporada en que tu trabajo era apenas eso, trabajo; y atesorabas minutos para estar a mi lado.
Otro tiempo llegó, cuando dejabas tu teléfono sin sonido y mis llamadas se perdían como polvo. Cuando tu cansancio no era por aquellos informes y proyectos, sino de mis historias durante la cena. Y por las noches tu espalda era mi interlocutora.Ni quiero recordar esa epoca de sombra, pues ya no eras tú. Gritos a cientos de millas. Un insulto donde antes era un "te quiero"; y de postre, las migajas de tu día.
Las palomas ya sólo caminaban sobre el piso, no volvieron a volar.

domingo, abril 9

Fue una despedida tácita, camuflada detrás de un pacto amistoso y sorprendentemente maduro. Te quiero. Yo también te quiero. Pero no soy feliz. Es lo mejor. Quien sabe lo que pasará dentro de un tiempo. No es nuestro momento. Te quiero más que a nadie. Pero es lo mejor.
En un primer instante sentí cierto alivio. Bueno, ya está, no ha sido para tanto. Uno no pone fin a una relación de casi dos años todos los días, aunque lo hubiera pensado muchos de esos días. Han sido dos años muy difíciles. Con muchos obstáculos, empezando por nosotros mismos, porque el perro y el gato tienen que tener mucha paciencia para dormir juntos. Un amor totalmente distinto al de las parejas que se adoran, que viven un idilio de cenas románticas y elegantes salidas al teatro. Un amor lleno de enfados, de resistencia, de desencuentros y apasionados encuentros. De tediosos fines de semana sembrados de protestas. Éramos amantes, hermanos y amigos, y solo de vez en cuando nos podíamos permitir estar enamorados y que nuestros ojos se cubriesen de la característica película dorada .Esos momentos puntúan triple, sin embargo.
La verdad es que no fue nuestro momento. Qué difíciles estos dos años.Hemos sido dos pingüinos que se aman y soportan el azote del viento y la nieve, pegados, dándose calor, y al mismo tiempo ,por dentro, piensan que el invierno es culpa del otro.
A oscuras, en el pasillo nos besamos. Fue muy suave, pero mucho más apasionado que todos los besos de saludo y despedida del último mes. Después nos abrazamos muy fuerte. Yo sabía que no se iba a ir. Que no iba a cambiar de número de teléfono. Que tenía una salud óptima y había pocas probabilidades de muerte súbita. Pero aun así tenía la sensación de que si dejaba de abrazarle desaparecería para siempre.
Luego, cuando estaba solo, tenía más frío que antes, y me olí los brazos y la ropa en busca de restos su olor. Y me acordé de nuestro lenguaje propio, que solo nos hacía gracia a nosotros. Y busqué la foto de su curriculum, y vi su caligrafía desigual en una nota.
Es lo mejor...
¿Cuántas posibilidades hay, más o menos, de encontrar a alguien que en contra de toda lógica o planificación te acompaña durante tanto tiempo? Incluso aunque no te haga feliz, incluso aunque no le hagas feliz.
Un pingüino que reconoce a otro entre la gente, y se pegan uno a otro para soportar la vida, ahora se separan. ¿Qué será de ellos?

sábado, abril 8

Los caprichos del desamor...
La primera vez que me rompieron el corazón y que lo sentí de verdad fue cuando tenía 17 años. Una chica de mi universidad de la cual estaba enamorado la tarde en que traté de proponerle “para estar” se rió tanto en mi cara que pensé que, a pesar de todo, morir enterrado en uno mismo y tristísimo como esa tarde en su sala, era mejor que a me atropelle un auto, aunque esta segunda opción la pidiera a gritos en ese instante.

Había pisado los pies del desamor por primera vez, y creo que le dolió tanto que en venganza me partió el corazón alejando a ese amor prolongado que uno puede tener cuando (como fue mi caso) era joven y se ilusiona mucho.

De ahí que en mi vida, la palabras amor y desamor constituyen parte fundamental en el momento de tomar decisiones y de pensar en estar con alguien. Las dos me rondan por la cabeza sabiendo que en primer lugar el desamor es un conjunto de experiencias que te rompen las ilusiones y el amor es aprender a lanzarte a un sueño sin medir las consecuencias pero dando lo mejor de ti.

Por eso, que al margen de algún resultado negativo siempre guardo las esperanzas, aunque a la par, estoy preparado contra cualquier arremetida de este viejo, cansado y muy certero desamor que aparece cuando uno menos lo espera y que te hace despertar del letargo aunque uno no lo quiera…

Aunque en ese preciso instante el amor aparezca nuevamente por otros caminos…

miércoles, abril 5

Esta son las últimas palabras que he gastado para ti. Cuando te marchaste, no solo dejaste vacía mi habitación, sino también lo poco que quedo en mí.
Y aun recuerdo verte sonreír, con esa picardía en tu mirada. Por debajo de tu ropa acurrucarme como una pequeña jugando a las escondidas, sintiendo el perfume de tu piel; ensuciándome con tu transpiración.
No intentes disculparte, porque ha sido en vano ensuciarme las manos en ti. Ya no vale la pena tenerte cerca con miles de excusas que no me llenan el alma.
Voy a pedirte que no vuelvas nunca más, a tu traicionero amor no lo quiero más, aunque me duela despedirme de el.
Espero que no me esperes regresar. Duelen todas las sonrisas, y duele más respirar. Sencillamente no quiero volver a despertar en farsas y engaños. No quiero sentirme en soledad, teniéndote al lado mío.
Solo te pido un favor, al marcharte devuélveme la vida que me has robado

lunes, abril 3

- "No sos vos, soy yo..."

Y el amor se va... y la vida sigue, o al menos eso parece... Porque el mundo por un momento da la impresión de q se para y q lo único en movimiento son sus piernas alejándose y tus lágrimas resbalando en la mejilla... Y tú qué puedes hacer? Cómo vas a retener algo q no se quiere quedar?... Se escapa, huye, y ya no hay nada q hacer...

Soledad, ahora toca soledad... horas inmóvil evadida del mundo, con la mirada fija en ningún sitio... Su nombre retumba en tu cabeza, los momentos q recuerdas parecen más de los q fueron, las noches se hacen eternas y los días tienen demasiadas horas...

-"Demasiao´charco pa´este barco de papel"- ojalá me hundiera, piensas, ojalá dejara de sentir... Pero la vida no se acaba donde se acaban sus besos, seguirá imparable y tú con ella... volviendo a dar el corazón cada vez q te lo pidan, aunque le vuelvan a arrancar otro pedazo... q si mil veces lo sintieras, mil veces lo darías... y cuando ya no quede corazón, el curso de la vida hará lo suyo...

- De qué murió?
-Muerte natural, se le paró el corazón.
-Entonces murió de pena... murió de amor...

sábado, abril 1

ó autoengaño?

choque de la realidad con lo no real, cosecha, interfase, cambio

es decir, el desamor se entendería como la perdida de lo más importante para nosotros (oportunidad por ejemplo), de nuestro propósito mismo frente a esa relación, la perdida de ese propósito, la perdida del centro, del norte, de nuestra fuerza de gravedad, la tendencia de nuestras acciones.. en conjunto tal vez se entienda más bien como un sentimiento de perdida? de no ser? de no hacer? de comprender lo que no se quiere comprender? aburrimiento (falta de causalidad y consecuencia?)

conociendo al mundo, la vida… en realidad nadie sufriría perdidas al menos que sea un posesivo? ^_^, nada tenemos…; las relaciones son las relaciones, de las relaciones podemos ser causa ó efecto de ese relación, un buen intercambio… pero nos quedara solo el recuerdo??? aferrarse a una pauta-terquedad y no cambiar nuestro centro (el cual se supone que ya no está a nuestro alcance, con el que ya no podemos interaccionar).. conlleva necesariamente un cambio…. por lo menos respecto con la situación anterior?

es decir, “con el tiempo” se transferirá “la fuerza de esa relación” a otra pauta comportamiento relación… y “habremos cambiado”… ó se continuara con la ensoñación de una relación muerta… lo cual tendera a autodestruirnos?, al basarnos en posibles, esto se volverá tan subjetivo que cambiaria como la marea cambia la arena de la playa? lamentación, engaño, cierre de comunicación, autoengaño, en fin… no seremos capaces de abrir la mano para aceptar nuevas relaciones… estancándonos en el mismo comportamiento perspectiva, …

reacción frente a un cambio
todo cambio es bueno
todo es cambio

intentar coger el ritmo?

borrarecuerdos

la mosca audition

bah...