Giré la cabeza y fue extraño. Algo invisible tiraba de mi mirada hacia atrás pero no ví a nadie. Vislumbré y se me vinieron a la cabeza ideas vagas, trazos de locura, miradas amables pero finitas, amigos fáciles, mentiras. Mentira. Falso. No.
Mi camino está trazado y yo sigo hacia delante. Atrás, ahí detrás, quedaron mis sueños de felicidad imposible, mis fantasías y mi fantasía, mi fuerza y mi debilidad.
Ya no duele, más bien me maravilla. Me maravillo. Me maravillé. Alicia en ese país, Betty en ese dibujo, mar y calor, mar y frío. Suerte y confusión.
Después vino el caos pero aún así sigo mirando hacia atrás. De reojo. Por si acaso.
Por si se me olvida. Mientras digo adiós.
Y en el final del camino está el mar, el agua, el chapuzón, la piscina y la pecera, donde pueden nadar las sirenas que buscan la felicidad y la libertad
A la locura, a las miradas amables, finitas, falsas, fantasiosas. A los amigos amables, finitos, falsos, imaginarios. Porque detrás de unas letras hay unos dedos, unas manos, unos brazos, un cuerpo y un alma pero no lo puedo ver ni tocar, porque me dijeron hola y adiós, porque así es este mundo.
Eso dice Betty.
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