DESAMOR



¿Sabes? Hasta ahora pensaba que el desamor era justamente eso, lo que dice la palabra: desenamorarse.
Ahora... siento que una gota de risa, derramándose por mi garganta, me ha traído la lucidez. Mi cerebro trabaja a toda prisa, mis ojos se abren para ver más, más allá de los lamentos.
¿Qué es desenamorarse, al fin y al cabo? Yo creo que mi desenamoramiento empezó con la primera desilusión que me causaste. Ahora no la recuerdo, ni voy a ponerme a contar cuántas fueron, porque supongo que la lista sería larga. Es lo que tiene acumularlas, que luego pueden contarse. Y yo no quiero. Quizá recuerdo las más significativas. ¿Si no hubo ilusiones cumplidas? Las hubo, sí. Pocas. Nimias. Se quedaron en casi nada. Se quedaron en el lado de la balanza que pesaba menos. Tantas fuiste depositando en el que pesaba más...
El desenamorarme fue surgiendo poco a poco. ¿Una nueva desilusión? Un paso más hacia el final. A veces esto puede llevar a pensar que el amor no era tan fuerte, si no fue capaz de sobreponerse a ciertos aspectos. No es cierto. Yo sé que te quise. Lo sé en mis horas más lúcidas. Es más, yo sé que te quise con locura. Que puse en ti mi vida, el corazón y la carne.
Eran tus ojos el último día que nos vimos. Era tu mirada. Que mentía, mentía y volvía a mentir. Que no decía lo que pronunciaban tus labios. Eran tus ojos los que te delataban. Siempre lo hicieron, pero yo no lo percibí hasta esa tarde.
Me desenamoré, sí.
O eso pensaba.
Porque las primeras semanas fueron un infierno, una auténtica tortura psicológica. Verte en todas partes, pensarte a cada segundo del día, preguntarme cómo estarías... Hubo momentos en los que creí enloquecer, incapaz de apartar tu imagen de mi cabeza. Todo, absolutamente todo, llevaba tu nombre impreso. Cualquier foto, cualquier acto mío, cualquier cosa que mirase, que oyera... en todo estabas tú. En todo te veía.
Pero ahora estoy sintiendo que el desamor no es eso. Esa época es una especie de periodo de duelo que sigue a la ruptura. Una variante de post-guerra. Una dura prueba que se antoja insuperable en muchos momentos.
El completo desamor no es el que lleva a romper una relación.
No.
Es mirar hoy a mi alrededor y llegar a dar gracias de que se terminara. Es alegrarse porque acabó.
Es darme cuenta, al reír despreocupada, de que soy más feliz desde que tú no estás.