sábado, febrero 10

Alegría

Hay una alegría que desborda el tiempo, que escarapela la vida y la hace más agradable, hay una alegría que juguetea con tus manos y ve tus dudas y tus deseos, esa alegría cabalga cerca tuyo, te orienta en los momentos dificiles y hace que cada día se vuelva una nueva fiesta para celebrar. La alegría del mundo se mezcla con tu alegría y poco a poco vamos formando las primeras esculturas de los deseable, de lo maravilloso, de lo agradable.
Hoy, paso a paso, te vas convirtiendo en una maravillosa muestra del milagro que late en cada esquina. La alegría, nadando en esta bella pecera, no permite que se rebalse el agua y le da una agradable razón a tu vivir para seguir transitando por ella.
A todos, mil bendiciones en el camino!

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3 Comentarios:

Blogger Edith Morales dice...

Cada vez que leo a pecera me sorprendo mas de la forma que tienen de unir esas palabras y dar paso a algo tan hermoso... la alegría cuantas veces uno la siente tan lejana y esta tan cerca que la puedes tocar...

12:20 a. m.  
Blogger Jok dice...

Hace algún tiempo estuve en Inglaterra. Allí las costumbres son sajonas. La cultura está cubierta por la manta occidental común, pero sus orígenes que destacan en forma de pequeños detalles nos recuerdan que somos pueblos heterogéneos.

Una mañana soleada, salí temprano a pasear. Entré en un parque, atraído por su verde intenso. Los jardines británicos son preciosos, puedes pasear entre variedades increíbles de árboles milenarios. Estos lugares contienen bellos rincones repletos de sorprendentes cúmulos de flores a cien metros de las grandes avenidas.

Aquella mañana era tranquila, no tenía ninguna obligación más que disfrutar mi paseo, así que como aquel parque era desconocido para mí, me disolví en él. Tras varios caminos frondosos, cimbré entre unos setos y me encontré en una explanada. En medio de la ciudad y dentro de aquel parque había un pequeño cementerio. No era la primera vez que en Inglaterra veía un campo santo como aquel, ubicado en un parque.

Así que tuve que atravesar el cementerio, para proseguir mi paseo. Con la intimidación tácita que puede emanar de un lugar de descanso eterno, camine en silencio, casi diría yo que con moderación y respeto. Entonces cuando estaba aproximadamente en el centro de aquella pequeña necrópolis me percaté que detrás de una lápida, había un pequeño libro. Estaba constituido por unas 150 hojas gruesas, con tapas de cuero blando, color marrón oscuro. También tenía dos finos ribetes dorados en el lomo. Obviamente, alguien lo había dejado allí para que acompañara a aquella tumba de inscripción anónima.
Sin poder evitarlo, empecé a hojear aquel cuaderno. Era un diario personal, en el hablaba de un hombre. Empecé a leer, la primera página, era una presentación, casi protocolaria, pero aun así, tenía una redacción impecable. Seguí leyendo, aquella pequeña obra personal. Hablaba de sentimientos, de amor y de sucesos. Hablaba de familia, de gente que vino y marchó. Contenía relatos escritos con pasión, hablaban de ternura, de caridad con el prójimo, del duro exilio, de malos momentos, de momentos de trabajo abundante, de éxitos, del olvido. De decadencia, de calamidades de la guerra y de la muerte. Todo lo que emanaba de aquellas letras, era humano y muy emocional, transmitía alegría y esperanza a cada letra. Sentí estar observando la vida de alguien que se fue, pero no sin dejar algo en el camino.

Me descubrí a mi mismo, sentado entre las lápidas, leyendo, cuando el sol empezaba a ponerse. Así que dejé el diario donde lo había encontrado, y me marché. Al día siguiente volví temprano. El diario ya no estaba.

12:47 a. m.  
Blogger Idita dice...

y existe tal alegria?....
quisiera volver a sentirla...


saludos

5:24 a. m.  

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